¿Quién soy?
Hola soy Gaby!
Lo más importante que tenés que saber de mi es que soy mamá de Paloma, una niña/adolescente autista no verbal.
Luego te contaré más cosas.
Antes te hago una pregunta.
¿Haz visto que hay madres de chicos/as con discapacidad que viven luchando por la inclusión de sus hijos como unas leonas, pero que aceptan su “auto”exclusión del mundo laboral o social sin chistar?
Yo era una de ellas.
Tenía una carrera como psicóloga especialista en niños y adolescentes que me encantaba y desafiaba permanentemente. Con la agenda llena de pacientes. Y una carrera como psicóloga escolar de varios años, en diferentes escuelas, que me daba muchas satisfacciones profesionales y personales.
Como si fuera poco, a la vez, daba clases en la universidad con 3 cátedras a mi cargo (por cierto, la materia es Psicología Evolutiva, cosas del destino…🤷🏻♀️). Sin contar que siempre estaba estudiando algún posgrado o curso.
Es decir, estaba creciendo profesionalmente en espacios y roles que me gustaban mucho y que ocupaban mi tiempo. Además tenía una vida social acorde a mis intereses.
Pero un día tuve que tomar una decisión.
El diagnóstico de autismo, las dificultades en la crianza y las barreras para delegarla en otros, me obligó a dejar todas esas actividades, porque implicaban estar fuera de casa y cumplir horarios que cada vez eran más insostenibles.
A partir de allí mi vida se convirtió en una peregrinación de médico en médico, de terapias en terapias, de escuela en escuela, de etc en etc…
Mi agenda estaba ocupada en los cuidados y traslados de mi hija, y mi vida se fué cerrando en las 4 paredes de mi casa.
Lo peor era que cuando salía de esas 4 paredes solo recibía malas noticias, discriminación, exclusión, reclamos, etc. Y a medida que Paloma crecía esto se intensificaba.
Si te sentís identificada porque estás o estuviste en situaciones parecidas, me entenderás cuando te digo que al final el lugar más seguro terminaba siendo quedarse en casa.
Como cuando vas a las reuniones familiares o de amigos, y te vas sintiendo que no fué una buena idea haber ido.
O como cuando llevarla/o a la plaza para que se divierta un poco, termina resultando en un nudo en la garganta para aguntarte las ganas de llorar. Si lo viviste me entendés. Si no lo viviste, no.
Podría seguir contando este tipo de historias, pero no lo haré acá porque las vas a poder leer en los correos de esta Newsletter.
Lo que sí quiero que sepas es que un día toqué fondo y me di cuenta que estaba siendo incoherente.
Me la pasaba luchando por que la sociedad incluya a mi hija en la escuela, en la familia, en los amigos, en la plaza, etc. Pero no hacía nada por incluirme yo en el mundo laboral y social del que había tenido que excluirme.
Allí comencé un camino de emprendimiento y desarrollo personal y profesional que me devolvió la confianza en mi misma y multiplicó mis habilidades.
Hoy puedo ocuparme de todo lo que mi hija necesita (que cuando crecen cada vez es más complejo!), y a su vez puedo tener mis negocios online funcionando y con éxito.
También volví a reencontrarme con la vida social pero ahora construyo redes con personas que me aporten y me sumen, no con las que solo saben restar.
Hace poco tiempo tuve una revelación.
De esas que se sienten tan intensas que no podés desoír.
Supe que mi propósito en esta vida es crear una comunidad de madres de chicos/as con discapacidad para que tengamos un espacio para nosotras. Porque si nosotras estamos bien, nuestros hijos/as están bien.
Si leíste hasta acá es porque sos la pieza que necesitamos para sumar a esta comunidad.
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Y si conocés a alguien que podría ser parte de la comunidad, invitala!